19 de mayo de 2024

Clarin Veracruzano

Tu noticiero en linea

Expedición del camino Real de México a Veracruz: Puente Nacional al Paso San Juan (Diciembre 20-22 de 2020/ Día 3 de 3)

32 minutos de lectura

Espero se encuentren todos gozando de buena salud al lado de sus seres queridos y disfrutando de sus vacaciones de Semana Santa. Por mi lado, todo bien y prosperando. Así que continuamos con la tercera y última parte de la reseña de nuestra expedición del camino real:
TERCER DÍA. MARTES 22 DE DICIEMBRE DE 2020
Tras un reparador descanso del día anterior, Ana María y yo dejamos el hotel Jardines en Paso de Ovejas hacia las 9:00 AM, para trasladarnos en autobús hasta Tolome, donde tendríamos bastante actividad antes de proseguir hacia Puente Jula.
Nuestra agenda incluía que desayunaríamos con la maestra Adriana Lorena Ramírez Gasca en su casa y después nos veríamos en el monumento a los Caídos de batalla de Tolome, con mi buen amigo el licenciado Leobardo Hernández González. A quien pedí el favor especial, de que entregara reconocimientos a los expedicionarios y personas que nos ayudaron en la travesía, a nombre de Empresas con Valor y su CEO, el ingeniero Germán Quintero Mármol Díaz, quien nos apoyó para que esta expedición fuese posible. Para este acto, invité a participar a los señores Eugenio Ramírez Hernández (agente municipal de Tolome) y Oscar Romero Hernández (presidente del grupo Tolome Unido). A Roberto lo cité puntualmente a las 11:00 AM en el monumento, pues el licenciado Leobardo arribaría a Tolome a las 11:30 AM y soy enemigo de la impuntualidad y de hacer esperar innecesariamente a las personas. Después continuaríamos la marcha.
Hacia las 9:30 AM llegamos a la Parada del Árbol y pasamos a ver Francisco Castillo Molina, el buen «Pancho Pollos» como le conocen en Tolome y le pedimos el favor de poder dejar en su negocio nuestras mochilas de expedición con todo el equipamiento. Así podríamos caminar más ligeros hasta la casa de la maestra, ubicada en el extremo de Tolome que se conoce como la colonia Los Amigos y justamente cerca del punto a donde llegamos caminando el día anterior.
Caminando a toda la velocidad, recorrimos 1.6 kilómetros entre el asadero El Almendrito hasta la casa de la maestra. Suelo ser muy rápido en caminar y de ahí procede mi nombre de batalla «Doc Ventarrón», autoría de mi condiscípulo universitario Pedro Morales Luis hará ya muchos años y cuya caricatura era un torbellino de viento con cejas, ojos, boca, pies, manos y con una serie de papeles, oficios y memorándums girando desordenadamente alrededor por la fuerza de los vientos del norte muy propios de la ciudad de Veracruz. Ana María no es tan rápida pero me sigue muy bien el paso y a corta distancia. Como yo, está acostumbrada a caminar bajo el sol y sin depender del automóvil, tiene gran resistencia y es la única mujer que ha soportado tantos años de misiones y expediciones en el equipo EXESCR, por lo que algunos la conocen como «La dama de blanco» o «La loca del camino real» (porque hay que estar sin un tornillo en la cabeza para hacer lo que hacemos, quizá solo los arqueólogos y senderistas verdaderamente todo-terreno y todo-clima lo comprenderían al faltarles a muchos toda una ferretería en sus mentes). Con esta caminata abrimos el apetito y hacia las 10:00 AM llegamos a nuestro destino.
La maestra Adriana y su señora madre nos recibieron con un muy delicioso desayuno compuesto de picadas, tacos, frijoles, bistec, café, agua de frutas y el rico pan de dulce que tanto gusta la gente de los pueblos veracruzanos. Un comida rica en proteínas y de buen sabor para soportar los esfuerzos del día y no comer sino hasta ya bien avanzada la tarde. Fue maravilloso.
Conocemos a la maestra desde aquel domingo 5 de julio de 2020, en que tras tres meses y medio de cuarentena, volví a practicar el senderismo. A petición de una amiga de Xalapa, aproveché una ida a Xalapa y al pueblo del Chico, para mostrarle y cruzar el camino real viejo que fue parte de la ruta de Cortés en 1519, cruzando una escarpada meseta boscosa entre Plan del Río y Cerro Gordo. Sin avisarme que iban a ir, se juntaron en total 20 senderistas, la mitad eran del CEMAC Veracruz, dos del CEMAC BANDERILLA, los demás era amigos nuevos de Paso de Ovejas, Rinconada y Puente Nacional. Por parte del equipo EXESCR, además de mi, fue Ana María como mi asistente y para que finalizara este sendero, cuya exploración y trazo seguro me costaron realizar 6 arduas expediciones con abundante trabajo en archivos y de campo, entre el 14 de octubre de 2018 y el 5 de enero de 2019, día en que sin compañía alguna -pues todos estaban comiendo rosca de reyes- realicé el cruce enfrentando con éxito lo desconocido y sus peligros. Tras realizar otro cruce el 12 de abril de 2019, como parte de la conmemoración de la batalla de Cerro Gordo en 1847, realicé otro cruce exitoso el 20 de agosto cuando hice la expedición a pie entre Villa Rica y Xico Viejo, conmemorando los 500 años de la Ruta de Cortés.
Con la confianza y cariño que se desarrolla rápidamente entre las personas de acción, conversamos de muchos temas, entre ellos del desarrollo de la expedición, agradecimos la deliciosa comida que nos envío a través de su tío el dos días antes, de la historia de Tolome y de como ayudar al pueblo en ese sentido. Al terminar, nos mostró su pequeña pero hermosa colección de piezas prehispánicas, que como en muchos hogares de Tolome, las personas conservan, pues las encuentran cuando se trabaja arando en sus terrenos, les son heredadas por sus padres y abuelos o las localizan cuando hay deslaves de tierra por las fuerzas de la naturaleza o los trabajos de mantenimiento de los caminos y casas.
Las piezas de la maestra están bien conservadas, unas fragmentadas y las mejores son unas «caritas» de la cultura de las Remojadas (100-1800 d. C.) que habitó la zona de Tolome y dejó al parecer, un inmenso de piezas enterradas y no dejó pirámides de piedra -como muchas personas erróneamente creen y que ha causado la perdida de muchos sitios por excavaciones destructivas buscando oro o piezas para vender- sino muchos montículos funerarios en forma de lomas o «bolas» de pocos metros de altura, que le dieron nombre al pueblo. Tienen una bella manufactura que destaca por su expresividad. Esta cultura antecedió a los pueblos totonacos y de habla náhuatl que después ocuparon la región antes de la llegada de los españoles en 1519.
Comentamos acerca del proyecto del Museo Histórico de Tolome, una loca apuesta contra lo imposible iniciada por mi en 2020, y la posibilidad de que las personas puedan donarle piezas cuando el edificio ya esté construido y habilitado. A las 11:10 nos despedimos de nuestras gentiles anfitrionas, para poder regresar por el equipo y al monumento. La maestra nos iba a apoyar con un taxi para el retorno, pero ninguno apareció, así como tampoco ningún autobús de pasajeros que hacen parada en Los Amigos.
Con el estómago lleno y siendo ya las 11:20 AM, decidí regresar a pie tal como vinimos, tras prevenir a la maestra de que nos acompañara. Así, en unos 15 minutos llegamos con Pancho a recoger los equipos y nos presentamos en el monumento, donde ya nos esperaban. Tras ofrecer disculpas por el retraso, expliqué a los presentes el por qué de la reunión, el Lic. Leobardo acompañado del contador Genaro Castro León, mencionó el apoyo que Empresas con Valor nos estaba dando como expedicionarios y el fruto que se esperaba dar con nuestro trabajo. A las 11:49 AM se dieron los reconocimientos al esfuerzo que estábamos realizando en el siguiente orden: a mi como organizador, jefe y guía de la expedición, a Ana María y Roberto como importantes participantes de la misma. A la maestra Lorena, a su tío Miguel Valera Hernández, a Pancho y a Hugo Ángel Torres Castro (de Puente Nacional) por el apoyo que en diversas modalidades nos dieron, ayudándonos a conseguir el éxito; el triunfo de unos era por consiguiente el de todos.
Se habló de lo que se podría hacer en Tolome, a fin de don Eugenio y don Oscar conocieran a los promotores y se hiciese la comunicación en persona. La maestra habló de la necesidad de que Tolome como pueblo grande que ya es, tuviese su propia Casa de Cultura y Roberto mencionó el valioso trabajo que la asociación Atliyac de Paso de Ovejas realizó hace años con piezas arqueológicas y su respectivo catálogo, pero que por diferentes circunstancias adversas -muy frecuentes en los proyectos donde intervienen tantas voces, opiniones e intereses en desigual sintonía- se ralentizó hasta paralizarse pero que se podría poder en marcha de nuevo trabajando con Empresas con Valor y el equipo EXESCR. Semanas después don Eugenio me comunicaría que se había llegado al acuerdo de autorizarse y asignar un espacio cerca del monumento para construir el Museo.
Tras las fotos de grupo y una animada charla que parecía no tener fin por el entusiasmo destapado, a las 12:40 PM informé que proseguíamos adelante pues aún no había finalizado la expedición y había que desquitar el reconocimiento y la confianza otorgados. Di las gracias a nuestros amigos que regresarían a Veracruz y a los que se quedarían en Tolome. Pasé a dejarle a Pancho su reconocimiento, que lo recibió con mucha alegría y con la sencillez que le caracteriza.
Para esta expedición, dividí los pueblos que ibamos a recorrer en sectores separados por una cantidad significativa varios kilómetros de espacios sin urbanizar:
-El sector 1 abarcaba Tamarindo, Puente Nacional y Conejos.
-El sector 2 comprendía Paso de Ovejas y El Cocuite.
-El sector 3 se extendía de un extremo a otro de Tolome y la Cuartana
-El sector 4 aglomeraba Mata de Caña y la Curva del Burro.
-El sector 5 conjuntaba Boquerón, Tierra Colorada y Plan del Manantial.
-El sector 6 englobaba Sayula, Puente Jula y el área del Colegio de Postgraduados Campus Veracruz.
-El sector 7 iniciaba en una llanura aluvial con 4 puentes del Consulado de Veracruz, uno moderno y terminaba en Paso San Juan.
Nos quedaban pocas horas de luz, así que avanzamos lo más rápido posible hacia Puente Jula.
Así, abandonamos Tolome y pasamos frente a la loma de La Cuartana, cuyo origen es desconocido y nadie lo sabe con seguridad. Se han planteado 2 hipótesis: 1) Que se deba porque en la zona haya habido años antes alguna epidemia de malaria, donde se dan casos de una fiebre acompañada de fríos cada tres (tercianas) o cuatro (cuartanas) días. 2) El nombre de Cuartana ya aparece en mapas del siglo XIX como nombre de esta zona de elevaciones previas a entrar en Tolome. En esos documentos se visualizan cuatro lomas altas en conjunto a la derecha del camino real viniendo desde Veracruz, no es descartable que «cuartana» sea la deformación y/o vulgarización (tan frecuentes en los municipios del Estado de Veracruz) de otra palabra para definir a la totalidad de esos accidentes geográficos. Actualmente la loma ha sido poblada en su base por un rancho ganadero y es parada de autobuses.
Después sigue otra elevación, esta vez un cerro de meseta o loma truncada, frente a la pequeña localidad de Mata de Caña, fundada hace menos de medio siglo. En español antiguo, la palabra «Mata» designaba a los poblados primigenios de una región muy deshabitada, con centros urbanos muy alejados. Paso de Ovejas es una región productora de caña y agregaré que lugares con el nombre de Mata de Caña hay muchos en México; tan solo sobre esta misma ruta y adelante de Cerro Gordo, existe uno.
Luego llegamos a la famosa Curva del Burro, que fue una gran loma en el siglo XIX pero que por los trabajos de construcción de la carretera libre entre 1928 y 1938, así como por los de modernización de la misma décadas después, ya no es perceptible. Se trataba de la famosa Loma Alta, un escalón entre las tierras bajas de Veracruz a Boquerón y las altas de Tolome hasta Cerro Gordo, una versión en pequeño de la Cuesta del Soldado entre Xalapa y La Joya.
Actualmente tiene un caserío y el curioso nombre se debe seguramente a algún episodio aislado donde hayan intervenido uno o más borricos en el siglo XX, cuando ya el recuerdo del nombre de Loma Alta se había perdido. Históricamente el sitio es nostálgico: aquí acampó el 2 de marzo de 1832, el ejército del general José María Calderón seguido de cerca por el de Antonio López de Santa Anna. Tras cruzar Boquerón, el ejército gubernamental pasó la noche en este sitio no sin antes preparar trincheras y cañones por si Santa Anna intentaba uno de sus golpes de mano en la oscuridad. Por suerte para ellos, el Héroe de la batalla de Tampico no se decidió a hacerlo, mejor se internó con su millar de seguidores en los montes y senderos de la zona que hoy ocupa Cerro Guzmán, para salir al amanecer del 3 de marzo adelante del pueblecito de Tolome, apenas a unos 5 kilómetros de la vanguardia de Calderón. Cansados tras esta marcha nocturna y con apenas un par de horas para descansar, sin artillería y en inferioridad numérica de 3 a 1, Santa Anna planeó una emboscada y así se desató la batalla cuyo fatídico desenlace todos conocemos ya. No es de extrañar que en su obra, Eduard Harkort culpara a Santa Anna del desastre por haber escogido mal el sitio para enfrentar a un enemigo superior casi en todos los sentidos que dictaba el arte de la guerra.
La otra razón que invita a ponerse melancólico por lo que ya pasó y no volverá, es porque junto a la pequeña iglesia el camino real hacia una curva y esta fue pavimentada como carretera moderna en la década de 1930. Tuve la oportunidad de recorrer el famoso «camino del toche» el 9 de julio de 2018 con mis queridos amigos Juan José Fernández Segovia, su esposa Karina García y otras personas. Partiendo desde Tolome atravesamos campos y canales secos, cerritos atrás de Mata de Caña hasta llegar al pueblo de Cerro Guzmán -cuyo nombre original era San Antonio-, regresando a la carretera en Boquerón y subiendo a la Curva del Burro por el camino real. Ese día recorrimos los vestigios de la antigua carretera guiados por niños de la localidad y tras entrevistar a un señor que vivió esos años presenciando los cambios. Tras atravesar senderos intricados hasta el borde elevado de la Loma Alta, la carretera regresa a la iglesia y sigue hacia Tolome.
Me comentaba Pancho hace años que había vecinos que querían cambiarle el nombre al lugar, porque daba pena el gentilicio que se empleaba para los habitantes -especialmente para las muchachas-. Pero que otros, los más viejos, estaban muy orgullosos de que se llamara así y más porque el nombre era oficial desde largo tiempo en las líneas de autobuses.
Siendo 2021, se sigue llamando la Curva del Burro y continúo desconociendo el gentilicio exacto de los habitantes. Pero en 2019, cuando di mi primera conferencia de la batalla de Tolome, habiendo localizado por fin la Loma Alta gracias a la ayuda de amigos que cosechan piñas en Cerro Guzmán, sugerí al muy respetable público que si continuaba la intención de renombrar el sitio, podían adoptar el de «Loma-altenses o loma-alteños» por el nombre original del paraje, dejando el de Curvaburreños que oí en 2014 a un señor de ahí y que se expresaba muy molesto con varias cervezas ingeridas y subidas a la cabeza.
Bajando por la Curva del Burro, se llega al arroyo Boquerón, donde se ubica otra pequeña población fundada apenas en el siglo pasado, igual que las tres ya mencionadas. El nombre existe desde el siglo XVIII y se refiere a un pequeño arroyo que fue modificado en el siglo XX y convertido en fuente de problemas para los posteriores moradores de sus orillas. Ya que se desborda cada año de lluvias fuertes. En la década de 1930 se construyó un puente con mampostería de piedra bola de río con una arco, para quien no lo sepa pasaría por un puente del camino real del siglo XIX. Si se le compara con los edificados por el Consulado de Veracruz en la misma ruta, esta es una obra de bastante inferior calidad y sin «presencia». Sin embargo, constituye un bonito adorno para la zona aledaña de aguas frescas y que es utilizada como balneario por las personas del municipio.
En 2014, durante un viaje que hice escuché quejas de algunos vecinos, sobre las inundaciones y lo pequeño del arco del puente para el desagüe de las crecientes. Tan disgustados estaban, que mencionaron que había gente dispuesta a volarlo con explosivos para que la corriente tuviera más espacio de correr libre. Aunque no se trata de mi municipio, transmití las quejas al ayuntamiento y al parecer nada se hizo. Una amiga arquitecta visitó conmigo el lugar y propuso soluciones, pero como era de esperarse no hubo dinero para hacer un proyecto apropiado. Hice mi parte convenciendo a las personas de los perjuicios que traería para el tráfico la destrucción del puente como paso único, que la estructura podría ayudar a la economía de la región si se promovía como una alternativa turística y otras cosas. Tampoco se prosperó pero el puente sigue ahí, la gente continúa bañándose y yo gozo de fotografiarlo y ponerlo en mis fotos de portada de Facebook una o dos veces al año.
El nombre de Boquerón tiene también dos posibles orígenes: 1) Se refiere a una especie de anchoa, que junto con el jurel y la sardina, son muy consumidos. 2) Se trataría de una posible «boca grande» de un río. En el siglo XIX no existía el poblado actual y el arroyo era una mansa vía de agua que atravesaban a pie sin problemas los viajeros del camino real.
Cruzando el puente sigue el cementerio Tamariz donde se entierra a las personas de la siguiente localidad llamada Tierra Colorada. Luego se pasan las bodegas Xallapan y tras cientos de metros por terraplenes de tierra elevados con llanuras aluviales a ambos lados, se llega al arroyo Colorado, donde en 1861 se construyó un puente de mampostería de piedra. Mismo que fue remodelado en la década de 1930 y que conserva con sus dos arcos donde cabe una persona de pie, un encanto particular. Mi gran amigo español Emilio Borque Soria, de la Comunidad de Telegrafía Óptica en España, me comentaba hace años que se parecía a los puentes que los romanos dejaron en su país, integrado en tres provincias que se llamaban Hispania o «Tierra de conejos» (uno de los significados más probables, porque ni a uno u otro lado del Atlántico nos libramos de estos problemas para nombrar lugares).
Tierra Colorada es otra pequeña localidad famosa por sus carnitas de res los fines de semana y el nombre se deriva por el color de sus tierras. La urbanización ha crecido tanto, que al igual que Veracruz y Boca del Río, ya tiene una zona compartida con Plan del Manantial, poblado conocido en el siglo XIX solo como la ranchería de Manantial por sus cuerpos de agua limpia. Ahí los viajeros podían descansar y cambiar caballos entre Santa Fe y Paso de Ovejas, pues Puente Jula y Tolome nunca tuvieron mesones a orillas del camino real. Saliendo de Tierra Colorada ya se ha instalado una tienda OXXO, la cual da empleos y cubre algunas necesidades de la vida moderna.
Para senderistas y viajeros como yo, un OXXO a pie de carretera es un alivio, tanto para comprar agua y alimentos, como para recargar saldo para el celular o adquirir un memoria SD para la cámara atiborrada de imágenes y videos (me ha pasado varias veces). Generalmente encontramos un OXXO junto a una gasolinería pero no es raro hallarlos a pie de carretera en parajes próximos a las casas de un pueblo y donde no hay tiendas o comercios a la vista. Salvo el hospedaje, el OXXO y tiendas similares, cumplen el papel que desempeñaban las ventas para el camino real. Muchas fueron el germen para el nacimiento de futuros pueblos y ciudades. Quizá un día nazca alguna a partir de un OXXO, un YEPAS o un MINI SUPER puesto en un paraje solitario, con el proceso de personas huyendo de vivir en ciudades atestadas por millones de personas y violencia, es posible que suceda aunque seguramente no lo veremos. Si ya sucede, avísenme por favor para escribir esa historia.
Mientras recordaré que estos negocios de franquicia han ido adoptando un papel social relevante además del comercial. Cuando sucedieron los saqueos desenfrenados en enero de 2017 y que avergüenzan al veracruzano trabajador y honrado por rico o humilde que sea, en muchas colonias alejadas del Centro Histórico de la ciudad de Veracruz, los vecinos se armaron con lo que pudieron no solo para defender sus casas de los vándalos en motocicleta que lanzaban amenazas y de los habituales ladrones envalentonados por el estado de caos creado por el populacho; sino para proteger farmacias, negocios de servicios vitales, tiendas y OXXOS. Porque sabían que tras pasar la locura de las masas, vendría la cara retribución: no solo en pagar los daños sino la larga espera para reconstruir los locales y echarlos a andar. Y mientras, escasearían las medicinas y alimentos por varios días. Yo fui testigo de eso desde el inicio, vi los daños cuantiosos, los estragos que dejaron devastadas las tiendas de todo tipo además de los centros comerciales, no porque la multitud necesitara alimentos sino que robaron principalmente artículos de lujo y de electrónica como celulares y pantallas LCD. Vi el estado de casi guerra entre veracruzanos, unos a la defensa esperando la depredación injustificada de otros. Viví la escasez de alimentos, porque aún teniendo dinero, no había donde adquirir en al menos tres días.
Las tres noches de terror por los saqueadores y los infames que promovieron los saqueos usando las redes sociales y whatsapp, mi hermana Laura Lucero -a quien como latoso hermano mayor que soy, de cariño le digo «Barbus» (por cierto pececito rayado azul con blanco que criábamos en peceras hace muchos años)-, su esposo y vecinos protegieron machete y palos en mano, el OXXO y farmacias de su cuadra, presentándole cara a los vándalos y motociclistas que buscaban sembrar el terror en la población, mientras los marinos y otras fuerzas estaban distraídas en las colonias más exteriores y peligrosas. Con ello evitaron la escasez de alimentos, medicinas e hicieron respetar la ley y la civilidad. Fueron uno de muchos casos semejantes de heroísmo ciudadano que las autoridades nunca reconocieron ni de palabra ni de acto.
Adelante de Plan del Manantial hay una gran casa abandonada, dicen que por temor a los narcotráficantes. Luego se llega al arroyo del Zopilote, que se cruza por un puente moderno. Pues este paso de agua era como el de Boquerón, tranquilo y escasa profundidad. Pero el proyecto del canal de riego en la década de 1950 afectó la hidrodinámica de los cuerpos de agua: a unos lo hizo más profundos y violentos, a otros los secó completamente. De tal forma que eso aunado a la geografía semidesértica, a que el clima ya no es el mismo que hace 70 años, a que la temperatura se eleva cada vez más, se deforesta más por cultivar lo que deja dinero o por incentivos gubernamentales, llueve cada vez menos en esta región, los seres humanos y muchas especies actuales, así como sus descendientes, están pagando un muy alto precio.
Hay varias alcantarillas medianas muy remodeladas y pintadas que servían al camino real ahora reconvertido en carretera. Paso de Ovejas es el municipio entre los 11 que hay entre Veracruz y Perote, que posee mayor número de alcantarillas y puentes del camino real a México, así como mayor diversidad arquitectónica en ellos. En 2014 inauguré un recorrido llamado HISTORIA, ARQUITECTURA E INGENIERÍA DEL CAMINO REAL VERACRUZ-MÉXICO, donde visitamos y explico en referencia a estas disciplinas, la evolución de esta ruta histórica recorriendo dentro de Puente Nacional, Plan del Río y caminando desde Tolome hasta el Paso San Juan. Este último lo impartí 4 veces con éxito entre 2014 y 2017, uno de ellos fue para los padres y niños del pueblo de Tolome. Ese día, muy caluroso por cierto, caminamos por la carretera más de 13 kilómetros visitando todos los sitios que estoy describiendo. Lo que más nos gustó, fue ver el valor y resistencia de los niños, que no les acobardaba el miedo a caminar por la carretera o los kilómetros bajo el sol. Dios quiera que siempre conserven esas cualidades y no terminen como sus contrapartes de las ciudades, blindados, hiper-tecnologizados y creciendo en una cultura de miedos, con todo menos la preparación práctica para enfrentarlos y superarlos.
Pasando el arroyo del Zopilote está la inmensa propiedad de la Finca Sayula, de la familia del ex-presidente Miguel Alemán y nombrada así quizá en recuerdo de la ciudad donde nació, Sayula de Alemán en el municipio veracruzano del mismo nombre; que significa en náhuatl «Lugar de moscos». En uno de sus extremos y sobre un promontorio que una vez se llamó Cerro del Zopilote y que aun existe cerca de la vía de agua, estuvo un fortín insurgente desde donde partían grupos para asaltarlos convoyes que se dirigían hacia el Paso San Juan. Este reducto fue destruido por el ejército realista al mando del coronel Luis del Águila en enero de 1815, durante una operación de limpieza a gran escala que barrió a los grupos insurgentes del caudillo Guadalupe Victoria no solo en Paso San Juan y el cerro del Zopilote, sino en sitios tan lejos como Tolome y La Antigua.
Llegamos a Puente Jula hacia las 2:00 PM tras sortear las distancias en diversas formas, a fin de cumplir con el itinerario, las horas de luz y seguir el reconocimiento del camino real y sus vestigios. Casi tres kilómetros separan Tierra Colorada de Puente Jula. A pie de carretera, las ramas numerosos árboles de mango de la finca Sayula se inclinan dando sombra y fruto al caminante a mitad del año.
Puente Jula se llama así porque 475 metros adelante de la entrada de la Finca Sayula, se localiza un puente de mampostería de 3 arcos edificado en 1809 sobre el arroyo Tula, palabra que en náhuatl significa «Lugar de tulares» (comunidades de planta herbáceas enraizadas en el fondo de terrenos pantanosos o en las orillas de lagos y lagunas, tanto de zonas cálidas como de regiones templadas). El nombre de «Jula» no existe en el español antiguo ni moderno: se trata de una deformación en el siglo XIX de la palabra Tula y no de una referencia al nombre femenino de Julia como algunos habitantes han querido explicarlo. En los informes del Consulado de Veracruz sobre la construcción del camino real Nuevo se menciona claramente el puente y arroyo Tula, pero en los mapas publicados en 1811 por el científico prusiano Alexander von Humboldt aparece como Jula. En mapas mexicanos posteriores a 1821, Tula o Jula aparecen intermitentemente, predominando la segunda hacia finales del siglo XIX.
El pueblo actual no existía cuando se construyó el puente en 1809, se fundó hacia 1931 por trabajadores de la Finca Sayula enviados a vivir al otro lado del arroyo. Luego fue creciendo y actualmente es la tercera comunidad más grande y desarrollada del municipio de Paso de Ovejas, después de la cabecera municipal y Tolome.
Conozco Puente Jula desde 2012 y en 2015 trabajé unos meses en un proyecto de rescate de su memoria histórica que tuvo un éxito muy limitado y sin continuidad, no por falta de esfuerzo mío. Mi amigo el historiador Ángel Yoset Lara Pérez realizó un excelente trabajo de investigación etnográfica, que unido al conocimiento de los habitantes y al mío, da una excelente explicación de como Puente Jula creció hasta ser lo que es hoy.
Revisamos el puente, como siempre invadido de la vegetación acuática. En 2015 con amigos de Puente Jula y Ángel Yoset hicimos una limpieza para liberar la vegetación y gruesas raíces que estaban pasando a través de las bocanas amenazando con romper la baranda. Fue un trabajo brutal bajo el sol pero logramos despejar casi todas. Por falta de apoyo no se prosiguió ni se limpió el canal que era lo más urgente. No me rendí y en 2016 por mi propia iniciativa, encabecé una vez más al equipo EXESCR y trabajamos una mañana para terminar de limpiar las tres bocanas atravesadas por raíces gruesas llenas de hormigas negras muy belicosas que nos atacaron. Pero triunfamos nuevamente y ayudamos a preservar el puente sin pedir pago ni reconocimiento por esta dura labor.
El puente solo conserva su lado original por el flanco derecho viniendo desde Veracruz, pues el izquierdo está unido a una calzada que cruza el arroyo. Sin embargo, el Puente Jula está casi completo y con menos modificaciones que el Puente Nacional.
Entre 2:00 y 2:41 PM recorremos el pueblo siguiendo el camino real convertido en carretera. No es tan grande como Rinconada pero muestra bastante urbanización, quizá en unos 15 o 20 años tenga suficiente para reclamar el título de villa para sí, cuando Paso de Ovejas obtenga el suyo de ciudad, que según me han dicho, ya se ha intentado desde sin éxito la década de 1990.
Puente Jula alcanzó renombre nacional por sus misas de sanación los días viernes en su parroquia de San Miguel Arcángel. La estrella de este fenómeno poco usual en Veracruz, fue el padre católico Arturo Casto Simón Arcos, quien inició su labor en este sentido desde 1977 y murió en 2011, continuando su labor el padre Francisco Javier Ugalde Álvarez. Fue luchador incansable -en opinión de muchos- contra las fuerzas del mal que se apoderaban de las mentes y cuerpos de muchas personas. Tan grande fue la fama adquirida, que extranjeros y programas dedicados a cubrir fenómenos paranormales -serios o charlatanes- iban a grabar las misas pero no siempre fueron bien recibidos por los habitantes. Tras la muerte del padre la fama de las misas de sanación decayeron un poco pero se han recuperado y actualmente podemos decir que está en una etapa de tranquila estabilidad al ser ya parte de la vida tradicional del pueblo. Mucha gente se expresa mal de esto, pero seguramente porque no lo han conocido o investigado en profundidad. Yo que crecí en un hogar cristiano evangélico pentecostal, comprendo bien el pensamiento católico carismático y sus diversas facetas.
Como muchos pueblos, se vive del comercio carretero, del campo y de los trabajadores que cada día van a las fábricas fuera del pueblo. Sin embargo, ya ha producido profesionales en diversas áreas y tiene todo para acrecentar no solo su fama espiritual, sino su riqueza histórica, a pesar de que el pueblo en 10 años cumplirá su primer centenario de vida. Nos tomamos fotos en las letras turísticas gigantes de Puente Jula, que surgieron a raíz del boom que produjo en 2019 la inauguración de las letras en Tolome. Muchos pueblos grandes y pequeños siguieron el ejemplo, algunos con mayor arte que otros.
Llegamos a las afueras de Puente Jula a las 2:42 PM, marcado por la presencia de una alcantarilla mediana del camino real, casi totalmente cegada por tierra y maleza. A las 2:47 PM llegamos a la calle que sirve de limite intermunicipal, aquí finaliza Paso de Ovejas y al otro lado de ella comienza mi municipio de Veracruz. Siguiendo el camino real a México, hemos cruzado todo el municipio de Paso de Ovejas, la mitad del de Puente Nacional y nos aguardan unos kilómetros del de Veracruz.
Pasamos por el borde de la carretera frente al Colegio de Postgraduados Campus Veracruz. Al lado opuesto hay una alcantarilla con su zanja abierta y funcionando, las casas se construyeron de tal forma que el agua puede correr sin obstáculos. Es todo lo contrario de la anterior que vimos.
Hasta el momento todo ha ido bien y sin contratiempos, nada que lamentar en dos días de viaje. La gente es muy amable con nosotros, a mi me conocen desde al menos 8 años y se que muchos siguen mis publicaciones por Facebook, por lo que de alguna forma el caminante con un overol rojo, azul, naranja o amarillo es ya conocido para ellos. A Ana María la conocen menos pero ella con su forma de ser es otra de ellos, no hay diferencias. A Roberto le conocen por su trabajo público y por ser otro caminante.
El «camino» como ruta de vida, más allá del deporte y el esparcimiento, es una filosofía de vida y como tal, tiene muchas facetas, tantas como rostro posee el ser humano. Así, no se necesita ser un profesional, pertenecer a un club, portar una insignia o ser pagado por una institución para ser un caminante. Todos en esencia lo somos como animales bípedos, pero aquellos que adoptan el sendero del esfuerzo, de la resistencia y de la comprensión de los demás, admitiendo sin egoísmos que el «camino es para todos», sin duda son también hijos del camino por vocación propia. Cada quien llega al «camino» por causas distintas, pero no todos perseveran o no todos, pese a caminar décadas, sufren esa transformación trascendente de cuerpo, mente y alma.
Una señora nos da alcance y me pregunta si no hemos visto en Paso de Ovejas o en la carretera a su hijo, un joven que parece estar afectado de sus facultades mentales pero que es tranquilo. Salió a caminar y no volvió a su casa. La señora me reconoce a mi y a Ana por las mochilas, ya que nos vio en Paso de Ovejas, cree que quizá podríamos haber visto al muchacho. Sin duda ha recorrido mucho camino también buscándolo. Lo último que sabe es que parecen haberlo visto en Boquerón este mismo día y nosotros vinimos de allá precisamente. Nos duele decir que no hemos visto a nadie con sus señas o algo anormal. Le damos consejos, intercambiamos teléfonos y le deseamos que tenga éxito en su búsqueda. Biológicamente aun no soy padre ni he adoptado hijos, pero he tenido parejas y tengo familia, puedo comprender al menos lo que la pobre señora siente al estar inmersa en un mar de incertidumbre.
Pasamos frente a otra alcantarilla y nos tomamos fotos frente al gran anuncio del colegio de Postgraduados. Son las 3:03 PM y estamos listos para acometer el último sector de mi plan de operaciones, con una longitud de 1.8 kilómetros.
Una profunda llanura aluvial fácilmente inundable se extiende a ambos lados. El único paso es el lomo del camino real sostenido por fuertes terraplenes de tierra levantados por el Consulado de Veracruz y reforzados en el siglo XX. Forman una calzada de unos 12 metros de ancho y elevado a 3 o 4 metros sobre el terreno más bajo. Tiene su fin en el puente del río San Juan.
En los informes del Consulado de Veracruz se detallan 11 puentes nuevos y 4 reparados que ya existían en el siglo XVIII, pero aquí bajo nuestros pies, entre el anuncio del Colegio y el puente San Juan, hay varios que no aparecen registrados: primero 1 hermoso puente amurallado de 4 arcos gemelos pequeños de medio punto, luego sigue una alcantarilla circular muy ancha que le complementa aunque es moderna. Luego un puente sobre el arroyo Seco, que antaño fuera de tablas de madera pero sostenido por una pilastra de piedra que aun se ve. Más adelante está otro puente amurallado con 2 arcos de medio punto y 5 metros de ancho. Más adelante hay otro pero con 2 arcos de medio punto de la mitad de grandes y una alcantarilla de arco elevada, después se llega al puente San Juan, impresionante de 3 arcos y el doble de alto y tamaño que el Puente Jula.
Estos 3 puentes no registrados son obra innegable del Consulado de Veracruz pues tienen todas las características de sus puentes amurallados: son versiones reducidas del mismo Puente del Rey o Nacional. El mismo diseño, materiales, contrafuertes dobles, arcos, etc. Solo les faltan las barandas y sosteniendo la carretera, son prácticamente invisibles para los caminantes y automovilistas. Los localicé entre 2013 y 2014, años en que mi trabajo de exploración del camino real bajó de la calzada al subsuelo, al localizar hallar decenas de alcantarillas, algunas puentes por derecho propio. Con la práctica y estudio constante, pude establecer tipologías y saber que clase de obra se presenta.
Estas obras están solitarias aunque se que el INAH les ha dado mantenimiento y supervisión en otros años. Tienen fuerte desgaste tras más de 200 años de servicio pero aún durarán muchos años. No obstante, mucho se les puede ayudar. Con mis compañeros y amigos, a veces sólo con mi machete, hemos ayudado a la preservación de estas monumentales obras de ingeniería, en mis Archivos personales tengo ya un registro de la década de 2010 a 2020 de la evolución de su estado de conservación, ya que cada año aprovecho mis viajes para pasar a verlas y tomar los datos pertinentes. No es una labor fácil monitorear al menos 150 kilómetros de una ruta bien mapeada y memorizar donde se halla cada objeto, pero lo hacemos y con mucho amor y dedicación.
Al cruzar hacia el puente San Juan, hallo en el suelo un curioso mecate azul rematado en una especie de navaja rústica, que le doy a Roberto y éste a su vez a Ana y ésta a su vez, me lo devuelve y mejor lo dejamos por ahí. Siempre me preguntan que si en mis viajes por el camino real no me he encontrado algo raro, y les digo que nada de nada en lo referente a monedas de oro, doblones españoles, piezas de a 8 reales, perlas de las Filipinas, tejos de oro de Moctezuma, etc. Pero en cuanto a locuras de la más excéntrica manufactura e ingenio, vaya que muchas y las tengo todas retratadas en mis archivos. No cabe duda que a veces hay personitas que beben, fuman o se encuentran con cosas extrañas y dejan unas evidencias aún más llamativas, teniendo todavía el descaro de dejarlas tiradas por ahí.
A las 3:23 PM descansamos unos minutos en la baranda del río San Juan, mismo que toma su nombre de una hacienda cercana río abajo llamada San Juan, al proseguir su curso tras pasar el puente, se une con el río Atliyac y pasa a llamarse río Chico hasta que se une al gran río La Antigua, casi frente al pueblo del mismo nombre. Esta confluencia se da a casi 13 kilómetros al norte de nuestra posición.
Adelante del puente hay otra alcantarilla pequeña, esta es la última de arco y con las características de las construidas en el siglo XIX. Kilómetros en adelante y hasta llegar a Veracruz, ya son de losa plana del siglo XX. Nos falta medio kilómetro para llegar a nuestra meta. A la izquierda vemos los bordes de una laguna estacional, es decir, que solo se llena de agua unos meses del año. Poco es sabido, que en 1815 hubo una batalla por la posesión del puente San Juan, entre los realistas e insurgentes, venciendo nuevamente los primeros. Igual en 1847, los mexicanos disputaron a sangre el paso al ejército de Winfield Scott cuando subía hacia Xalapa y la Ciudad de México. Fueron tantos los daños, que el puente tuvo que ser reparado y por ello sus lados presentan desigualdades en la obra.
Roberto nos graba a Ana María y a mi caminando por el camino real en la etapa final. Nuevamente a la izquierda, vemos los restos de una casa de doble piso abandonada, me han contado que perteneció a los ingenieros que hicieron la carretera y que una vez finalizado su trabajo se retiraron para no volver. A las 3:36 PM entramos por fin al pueblo de Paso San Juan, existente desde el siglo XVIII aunque casi todo lo antiguo ahí ha desaparecido.
A la izquierda vemos los restos imponentes de lo que fuera la estación del ferrocarril de Veracruz a México en la década de 1850. Fue un proyecto que fracasó y se retiraron los fondos, tras años de arduo trabajo y muchas penalidades. No se habilitó tampoco para el posterior ferrocarril Interoceánico. Las vías que se pusieron cerca del camino real fueron quitadas y como suele pasar en México, se convirtió en uno de más de esa lista de sitios con túnel que llega hasta Zempoala y por donde transitaba Santa Anna con su carreta cargada de oro y esclavos negros. Y también de esa lista de sitios saqueados y dañados por buscadores de tesoros que más saben de romper muros centenarios que de leer un buen libro de historia. Hasta hace al menos unos 6 años el sitio se podía visitar pero ahora lo han cercado.
Subimos por una calle elevada y a las 3:39 llegamos por fin a la capilla de San Juan Bautista, patrono del pueblo. Es pequeña, está cerrada y conserva su atrio, donde hay un pequeño altar elevado con escalinata y la imagen del bautismo de Jesús en el río Jordán por su primo Juan, conocido como el Bautista. También tiene en el muro frontal inferior una placa en piedra que dice:
CAPILLA DE
SAN JUAN BAUTISTA
DONADA POR EL SEÑOR MAXIMINO
VELASCO OLIVO
CONSTRUYO JUSTO LOPEZ G.
11 DE SPBRE DE 1960
Así, mientras hago el trabajo documental y me comprometo a visitar más seguido el Paso San Juan y sus alrededores, Ana María se descarga de su voluminoso equipaje a la espalda y se recuesta a descansar mientras Roberto le ayuda con un masaje. Como no hemos parado de caminar, nos hidratamos y descansamos un buen rato antes de llegar al final de la expedición.
A las 4:16 PM alcanzamos ese punto: tenemos al frente la desviación que hace el camino real -ahora pavimentado- hacia el punto 2.19 kilómetros lineales adelante, donde a la izquierda se dirige hacia el pueblo de Vargas, que alojó hace siglos la famosa hacienda de Manga de Clavo, propiedad de Santa Anna y de la que hoy no existe casi nada. Y a la derecha hacia el pueblo de Santa Fe y de ahí hacia la ciudad de Veracruz tras cruzar los ríos Grande y Medio. Estamos aproximadamente a unos 20 kilómetros de nuestra ciudad. El cielo está medio nublado y con vivos tonos azulados, la temperatura es exquisita y fresca, unos 25 grados. Hay unas ligeras señales de posible lluvia nocturna, pero esta noche dormiremos en nuestras casas.
De repente y sin avisarnos, Roberto se baja a la carretera, la cruza y se sube a una camioneta roja que por sus palabras indica que es de un amigo y le llevará de regreso a Paso de Ovejas. No le veré hasta el 1 de enero de 2021.
Ana María y yo, solos como al inicio de la expedición solo sonreímos pues ya conocemos como es nuestro amigo. Bajamos a la parada del autobús AU que no tarda en pasar y nos lleva hasta su terminal en Veracruz. En el viaje conversamos poco y nos echamos un sueño, mientras las personas nos miran de vez en cuando con cara de extrañeza al ver nuestras mochilas. No es que en Veracruz no se vean senderistas o exploradores, solo que estos se ven en una mucho menor cantidad que en ciudades como Xalapa.
Hacia las 6:30 PM llegamos a la terminal y tras caminar un poco, nos separamos para ir a nuestras casas. Tenemos que vernos para compartir las fotos y comprar equipo. Por la noche, nos reportamos con el Lic. Leobardo para informarle de que finalizamos con bien y con Esther Deni, que ya se halla en su natal Pachuca. Antes de acostarme tengo que descargar las fotos, checar los mensajes en Facebook pues durante los días de la expedición suelo contestar solo en Whatsapp y Messenger. Cuando finalmente puedo dormir, mi sueño es pesado y creo que al menos descansé unas 14 horas para recuperar las fuerzas.
Podemos dar gracias al Todopoderoso que fue una expedición exitosa en todos los sentidos. Trajimos 1513 fotografías de alta resolución en cámaras y celulares, 1 video y muchos datos nuevos que me toca procesar y actualizar. En 59 horas se lograron visitar 12 puentes antiguos de diversos tamaños y épocas, 28 alcantarillas, 5 muros de contención, 4 hornos de cal y ladrillos, 2 posibles parapetos militares. También 4 edificios grandes, 2 haciendas y 1 iglesia del siglo XIX. Se localizó además la placa de 1960 cuyo texto les compartí.
Fueron solo tres días de viaje pero regresamos plenamente satisfechos y llenos de energía para pasar la Navidad y el Año Nuevo con nuestras familias. Como estas son expediciones poco frecuentes, las disfrutamos al máximo pues si bien son pruebas duras a las que nos sometemos y de las que aprendemos, también son experiencias maravillosas que nunca olvidaremos pues regresamos cansados y más viejos en días, pero sin duda y en algo, más sabios.
Cuando me preguntan quienes pueden hacer esta clase de viajes con nosotros, les digo que cualquiera con buena salud, pies firmes y una actitud disciplinada, no nos consideramos viajeros especialistas ni expertísimos, solo buenos conocedores de lo que hacemos y que sabemos lo que queremos.
Me despido deseándoles que tengan una feliz semana de abril y mucha salud al lado de sus seres queridos. Ojalá les haya gustado esta humilde reseña de viaje, demasiado general por falta de espacio en Facebook…
¡Benditos sean todos!

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