19 de mayo de 2024

Clarin Veracruzano

Tu noticiero en linea

EXPEDICIÓN DEL CAMINO REAL DE MEXICO A VERACRUZ: PUENTE NACIONAL AL PASO SAN JUAN (Diciembre 20-22 de 2020/Día 2 de 3)

28 minutos de lectura

Espero se encuentren todos gozando de buena salud al lado de sus seres queridos y para salir a disfrutar de sus vacaciones de Semana Santa. Por mi lado, todo bien y prosperando. Así que continuamos con la segunda parte de la reseña de nuestra expedición del camino real:
SEGUNDO DÍA. LUNES 20 DE DICIEMBRE DE 2020.
El día amaneció con el cielo casi despejado de nubes y un viento frío sostenido desde el noroeste. Usualmente nos despertamos a las 7:00 AM para bañarnos y levantar campamento o desocupar el cuarto de hotel. Pero esta vez, descansamos hasta las 7:30 AM, a fin de salir tranquilos y sin prisas, revisar el equipo y checar si hay algo que reparar o adquirir evitándonos problemas sobre la marcha. Entregamos el cuarto y nos fuimos a desayunar ya con las mochilas a las espaldas, a un puesto de antojitos situado al otro lado de la calle a un costado del hotel.
Siguiendo nuestra costumbre, desayunamos ligero y de lo que ofrece la localidad. Siendo costeños de clase media y sin pretensiones de querer aparentar ser diferentes o innecesariamente delicados para comer, nos alimentamos de casi todo, algo que nos ha ayudado y salvado la vida en muchas ocasiones en nuestra vida como exploradores. Como si estuviésemos en cualquier mañana de nuestra ciudad, a las 9:30 AM comenzamos Ana con una orden de tacos de pibil y yo con unas picadas con cebolla, queso y salsa roja.
Previo le avisamos a Roberto Carlos, nuestro amigo invitado, de la ruta que seguiríamos y en su respuesta no confirmó si va a seguir con nosotros en esta segunda etapa. Confiamos que debe estar ocupado en sus asuntos y que al menos nos podremos despedir de él al abandonar Paso de Ovejas.
Pagamos el desayuno y nos dirigimos hacia la avenida Miguel Alemán que antaño fuese el camino real de Veracruz a México, estando empedrado hasta 1966, cuando se convirtió en calle pavimentada. Caminamos cuatro cuadras al suroeste y salimos casi frente a una casa pintada de color verde, que posee un par de muros de gruesa mampostería de piedra caliza y cantos rodados. Es lo que sobrevive de la baranda del colosal muro de contención con paredes en escarpa y con cientos de metros de longitud, que el Consulado de comerciantes de Veracruz ordenó construir entre 1806 y 1812 en la cuesta de Paso de Ovejas, cuando el pueblo actual era muy reducido en tamaño.
Otras secciones se pueden ver hasta 163 metros atrás en dirección noroeste: tres partes donde el murallón se percibe claramente, con sus mechinales para el desagüe, una alcantarilla con arco de medio punto rebajado y la escarpa con un espesor de casi medio metro. Este muro de contención al igual que otros que he localizado del mismo tipo hacia Xalapa y Perote, fueron construidos bajo la dirección del ingeniero militar español Diego García Conde, él mismo que fundó el Colegio Militar, y el arquitecto José Antonio Rincón Calcáneo, que dirigió la hechura de este camino real de 1810 a 1812, cuando García Conde se retiró del cargo de maestro-mayor e inició la Guerra de Independencia (1810-1821).
Este camino real de principios del siglo XIX y que nada tiene que ver con la Ruta de Cortés, que no atraviesa el municipio de Paso de Ovejas sino el de Puente Nacional, fue el sitúo a Paso de Ovejas como punto relevante en el mapa de la historia de México y mucho le debe este pueblo a sus constructores, pues el camino real fue generador para un mayor poblamiento y crecimiento demográfico. Al igual que el camino de Las Ventas entre 1525 y 1530, esta ruta decimonónica fue el arranque para fundar muchas de las poblaciones que actualmente se ven entre Paso de Ovejas y Veracruz y que visitamos durante esta expedición.
Tras documentar y constatar el estado de estas construcciones de más de 200 años, a las 10:30 AM llegamos a la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, construcción incompleta de la Compañía de Jesús hacia 1854. Los jesuitas siguieron trabajando en este país cuando volvieron del exilio cuando la Órden fue restaurada en 1814 por el Papa Pío VII, recordando que había sido suprimida y sus miembros expulsados de los dominios españoles en 1767. Esta iglesia ha sido objeto de mucha polémica sobre sus orígenes pero actualmente hay quienes trabajan en esa cuestión y ocasionalmente les ayudo, esperemos vivir lo suficiente para ver también esclarecido este episodio de la historia.
La iglesia fue restaurada durante la administración de la presidenta municipal Ana Rosa Valdés Salazar e iba a ser la sede de la Casa-Museo de Paso de Ovejas en la actual que termina en 2021. Fue un proyecto en el que participé recomendado por la misma gente del pueblo que por años ha seguido mi trabajo e iniciamos bien. Tristemente las actitud autoritaria de un personaje le llevaron al fracaso y a que me expulsaran arbitrariamente olvidando ingratamente lo mucho que les aporté previamente en los meses que estuve con ellos. No soy de las personas que se caracterizan solo por hablar o basar mi valía solo por tener un título profesional, sino por mis palabras, escritos y sobre todo, las acciones en las causas donde me comprometo. Soy un hombre tanto de reflexión y palabras como de acción tanto sólo como acompañado.
Por fortuna, el Todopoderoso, mejor juez que todos nosotros en estos asuntos, nunca me ha dejado de su mano y con su guía, he continuado trabajando con excelentes resultados al lado del noble pueblo pasovejense, que prácticamente me adoptó como uno de ellos.
Cruzamos el parque que rodea el palacio municipal edificado en el siglo XX, y que estaba lleno de puestos de comida, artesanías y herramientas, parte de la pasada feria anual por la festividad de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre. Pensé comprar un nuevo machete de 18 o 20″ con su funda de cuero, pero lo dejé para otra ocasión, pues al mío le quedan aún muchos años de trabajo. Cruzamos la calle y compré un delicioso helado de fresa con cono de barquillo, un hábito que tengo desde niño, para degustarlo unos minutos.
A las 10:43 AM llegamos a la Casa de los Portales, edificio de arquitectura neoclásica del siglo XIX, cuyos orígenes se remontan a 1720, con una construcción muy lenta que no estaba finalizada en 1820, cuando se erigió el primer cabildo pasovejense, mismo que fue extinguido hacia 1825. Por no convenir al gobierno federal la existencia de tantos municipios en una época en que el Estado de Veracruz estaba muy poco poblado y económicamente arruinado tras salir de los estragos de la Guerra de Independencia. Esta casona de imponente aspecto y altas pilastras es el principal monumento histórico de Paso de Ovejas y sobra decir, que el que más requiere restauración. Una vez que se pongan de acuerdo y terminan las discordias y pleitos entre particulares, ayuntamiento y autoridades estatales y federales, quizá se consiga.
Se halla construido en un promontorio de casi 7 metros de alto en talud, en su esquina suroeste mirando al parque, el padre de Roberto posee un puesto de comida y pasamos ahí a preguntar por él pero no estaba. Bajamos a tomar fotografías y Roberto apareció de repente.
Tras intercambiar saludos, nos hizo el favor de tomarnos fotografías en el corredor de la Casa de los Portales, con vista de su enorme arcada, una perspectiva que ya es clásica en Paso de Ovejas. Le comentamos que seguiríamos hacia Tolome por el camino real y prometió alcanzarnos una vez que arreglara algunos pendientes del día.
Nos despedimos de su señor padre y proseguimos por la avenida Miguel Alemán, a un costado de la Casa de los Portales, cuyos muros han sido adornados con vistosas y coloridas pinturas, donde se mezclan elementos culturales de este municipio con los del de Veracruz; que son prácticamente muy similares. Los pasovejenses son «jarochos del interior» o «del centro del Estado de Veracruz», y no lo niegan. Los jarochos antropológicamente son un grupo humano que no existía en el siglo XVI, pues fue la mezcla genética y amalgama cultural de los indígenas, africanos y europeos, con una aportación tardía de los asiáticos de China, Japón y las islas Filipinas. Fue hasta el siglo XVIII en que ese grupo humano extendido y colonizador de las agrestes, mortíferas y cálidas tierras del Sotavento y Barlovento veracruzanos, adquirió rasgos propios, que fueron reconocidos en el siglo XIX y si bien, de orígenes humildes como los chapacos en Bolivia, son razón de orgullo en el siglo XX.
En nuestro caso, Ana es nacida en la ciudad de Veracruz pero sus antepasados inmediatos vienen del área de Mandinga, de fuerte presencia africana en otras centurias. En el mío, mi padre es un jarocho del municipio de Tlalixcoyan y mi madre una jarocha del municipio de Medellín de Bravo, aunque criada en Veracruz y en La Antigua. Yo soy de la primera generación de mi familia nacida en la ciudad de Veracruz. Mi padre es de ascendencia indígena aunque con algo de mestizaje con españoles, mi madre es de ascendencia africana de Cuba y mulatos costeños. Por lo tanto, en mi ADN hay componentes europeos, indígenas, africanos y un poco de ese «toque asiático» de ojos rasgados que heredamos los americanos como remanente de aquellos grupos humanos que cruzaron el puente intercontinental del estrecho de Bering hace muchos milenios.
Con semejante mezcla genética, el pueblo jarocho extendido de norte a sur del Estado de Veracruz, ha adquirido la capacidad de aclimatarse a las mortíferas condiciones de vida que hicieron que mi ciudad fuese el «cementerio de los europeos» en el siglo XVIII. Así como una visible inmunidad o tolerancia a muchas enfermedades que antaño mataban a miles de personas y que eran la verdadera defensa de Veracruz ante invasores que desembarcaran en nuestras playas entre los meses de marzo y noviembre. Y si no fuese así, la insolencia, la alegría desparpajada y la falta de seriedad ante los rigores de la vida, heredados de las tres razas ya mencionadas, nos ayudarían a vivir lo mejor posible. Y si no me creen, al momento de escribir esta reseña, debemos preguntarle al inquieto amigo Ricardo Anaya como la va con la opinión pública por el asunto de las «caguamas».
Yo me considero y me acepto simplemente como un «mexicano» con toda la inmensa diversidad cultural, biológica, religiosa, etc., que eso implica. No me preocupa resaltar si tengo algo europeo o indígena o creerme afrodescendiente para aparentar que soy diferente a los demás. La diversidad es la mayor bendición, pues a mayor número de factores positivos, mayor es la probabilidad de adaptarme y sobrevivir en el Veracruz de los siglos XX y XXI en que me tocó nacer y vivir.
Más adelante hay un hermoso pino navideño con su nacimiento y figuras pequeñas del Niño Dios, San José, la Virgen María y los tres Reyes Magos. Para realizar la travesía caminando por el camino real entre Veracruz y Perote, siempre aconsejo que la realicen en diciembre, pues además de disfrutar de temperaturas que reducen mucho las lluvias y el asfixiante calor en las zonas semiáridas, los pueblos y ciudades se visten de fiesta, la cordialidad está a flor de piel en el ambiente y se percibe una actitud más cordial en los habitantes. La hospitalidad es uno de esos factores que han dado fama al pueblo veracruzano, forjado como cosmopolita y muy migrante en el complejo yunque de la historia.
A las 11:19 AM llegamos frente al Santuario Guadalupano o iglesia parroquial de Paso de Ovejas, construida entre 1897 y 1903. Su fiesta anual congrega a miles de visitantes cada año procedentes de ciudades, comunidades y ranchos alrededor. En su interior se halla una imagen de la Virgen de Guadalupe sobre un estandarte, que la tradición popular dice que fue donado por el general insurgente de origen duranguense, José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido como don Guadalupe Victoria o el primer presidente de México. Naturalmente, una cosa es lo que dice la memoria del pueblo y otra la que reflejan los documentos históricos. Guadalupe Victoria es uno de esos personajes históricos que más he estudiado, junto con Napoleón Bonaparte y Antonio López de Santa Anna, y si un día tengo la oportunidad de ver de cerca y estudiar la imagen referida, quizá pueda aportar algo para esclarecer la cuestión.
A las 11:27 AM comenzamos a subir por el puente de pilotes modernos que separa ambas orillas de la cabecera municipal, dividida por el río Atliyac o «Lecho de piedras». Este puente fue edificado en 2012 por orden del gobernador del Estado, el tristemente célebre Javier Duarte de Ochoa o «Javidu» para quienes practican la pereza de no escribir el nombre completo del personaje y solo ponen las iniciales. Reemplazó al puente de gruesa mampostería de piedra, que el Consulado de Veracruz ordenó construir aquí en 1809. Siguiendo el mismo diseño y estrategia de protección ante la enorme fuerza destructiva de los ríos veracruzanos, que se aplicaron en el Puente del Rey y otros más. Conformando una familia de 10 puentes que arquitectónicamente solo se diferencian por la longitud, el número y anchura de sus arcos de medio punto. Todos estos los visitaremos en esta expedición.
El llamado «puente viejo» medía aproximadamente 122 metros de longitud, 7 de ancho, 10 de altura, tenia cinco arcos gemelos de 14.21 metros de ancho cada uno y 8 tajamares prismáticos protegiendo las pilastras. Se mantuvo completo de 1809 a 1969, cuando las crecidas del río comenzaron a fracturar los arcos entre pilastras. Inició así una espiral de decadencia que culminó con el huracán Karl el 17 de septiembre de 2010, rompiendo la viga metálica que unía ambas orillas. Tuve oportunidad de captar los restos de las enormes pilastras y la viga en 2011, pues al año siguiente se le demolió casi en su totalidad. A la derecha viniendo desde la Casa de los Portales, se dejaron unos metros del murallón escarpado que protegía los arranques, un par de bocanas de desagüe y una fracción del primer arco. Supe que existió un proyecto español para rescatarlo completamente pero que no se llevó a cabo y muchos pobladores lo recuerdan con añoranza.
A mitad del puente, a la derecha se aprecia un hermoso vergel verde con abundante vegetación. A la izquierda en cambio, el lecho está dotado de muy escasa agua y las piedra afloran en abundancia. A lo lejos se ve el puente de la carretera libre o federal 140 que comunica Xalapa y Veracruz, desde que este puente del camino real dejó de ser seguro para el transito de vehículos a motor.
Bajamos y cruzamos la calle que se convierte en la carretera que va hacia las poblaciones de El Limón, Angostillo y Acazónica, que he visitado en otros viajes. Llegamos así a la iglesia de la colonia San José y descansamos un poco en su pequeño parquecito, ornamentado con flores de orquídeas y rosas rojas. Dado el viento frío que se sostiene desde hace horas, he llevado puesta mi chamarra ligera sobre mi overol amarillo dorado, mi color predilecto. Pero el calor por el sol en lo alto y la caminata, aumentan mi temperatura corporal, por lo que me la quito y la amarró en la parte posterior de la mochila, junto a mi reserva de agua. Nos hidratamos, nos tomamos fotografías y tras un descanso de unos minutos, proseguimos. Nos reímos al recordar las muchas imágenes de los peregrinos del camino de Santiago en España, que descansan agotados en las calles y campos de la ruta elegida, ahora nos toca revivir esa experiencia en carne propia y sostenidos por nuestras varas de caminante.
Ahora doblamos la esquina e iniciamos suave y gradualmente un ascenso del terreno, pasando por casas que han empleado los muros de mampostería que delimitaban el camino real, como cimiento. Y una de las casas con techo de tejas y portal al estilo antiguo, más antiguas de Paso de Ovejas. Pertenece a una familiar de Roberto, pedimos permiso y nos dejan fotografiar la vivienda.
Mas adelante queda una sección de unos metros de longitud, del muro del camino real. Cada año que pasa, el viejo camino pierde más y más de sus estructuras por falta de mantenimiento, interés y ausencia de dinero. Como muchos otros que conocen de esto, ya a estas alturas resulta inútil repartir culpas sobre el INAH, los ayuntamientos, Turismo, el gobierno del Estado o el federal. Es una batalla infructuosa con un claro declive a lo peor. Muchos se han rendido y entregado al pesimismo, otros se limitan al estudio y nada más, algunos a ver que provecho sacan y si es por protagonismo y afán de dinero mucho mejor.
Yo elegí, como suele ser mi tendencia, transitar por el camino más difícil: proseguir, continuar estudiando pero también difundiendo el conocimiento. Así como buscando y canalizando alternativas, poniendo el ejemplo en cuerpo, alma y corazón para preservar, ya sea buscando recursos o machete en mano limpiando la maleza antes de que se trague estas piedras memorables.
Seguimos subiendo, pasando cerca de una panadería que aún produce sabroso pan de leña que después se vende por todo Paso de Ovejas. A esa hora aún lo estaban cocinando. Llegamos a donde se termina el pavimento de la calle del camino real y hay una escabrosa terracería. Solo es una cuadra que cruzamos, captando las formaciones rocosas con oquedades a la izquierda. Llegando al final a las 12:20 PM, donde se forma una V con otra calle mejor acondicionada. Nos detenemos a esperar a Roberto. Me comunico con él y me dice que ya viene cruzando el puente y calculamos que en unos 10 minutos nos debe encontrar. Al finalizar el plazo lo vuelvo a llamar a su celular pero no hay respuesta. Consulto con Ana María y decidimos continuar, confiando en que nos dará alcance, pues a diferencia de nosotros, no viene cargando una pesada mochila.
Nuestro camino dejó de ser calle y se vuelve una terracería polvorienta que desembocará en la carretera federal. A las 12:32 PM pasamos junto a lo queda de un terraplén original del camino real, una pequeña sección sobreviviente y que identificó en agosto de 2018 mi amigo el arqueólogo Iván Salazar Beltrán; durante esa jornada en que subimos a pie desde Tolome a Paso de Ovejas, para desde ahí ir a Angostillo a localizar y estudiar varios hornos de cal antiguos.
Después pasamos junto a un paraje que se usa como basurero a la izquierda del camino y vemos algunas personas que caminan por el para bajar a Paso de Ovejas, al igual que un vehículo de volteo y un enorme y pesado tráiler de color plateado. Cuando llegamos al punto elevado donde se perciben las curvas de la carretera federal metros abajo, me comunico con Roberto y me dijo que venia por la orilla de esa misma carretera y no por el camino real. Ya con ese dato, avanzamos y a las 12:55 PM lo entramos en donde ambos senderos coinciden, junto a un letrero que dice Unidad de manejo de vida silvestre UMA LA BALSA y que sirve de referencia.
Ahora, seguimos el camino real convertido en carretera en dirección a Tolome. Como hay que documentar prácticamente todas las facetas de la actividad de esta expedición, nos fotografiamos mutuamente: Ana María a mi, yo a ella, los dos a Roberto y él a nosotros. Al final reunimos todo. Tal cúmulo de fotografías nos ayuda a reconstruir los hechos y a tener tal número de referencias geográficas y locales, que facilitan poder establecer una ruta sobre el mapa o localizar un sitio específico sin depender exclusivamente del GPS o frustrarse cuando falla o se corta la señal. Nada nuevo bajo el sol: es la versión moderna de lo que hacían los exploradores territoriales de los siglos XVIII y XIX o los navegantes de tierras al otro lado del océano del XV al XVII.
Es una bendición disponer de cámaras réflex digitales y celulares de la misma tecnología, para poder documentar con miles de fotos. En un día como este, fácilmente genero entre 400 y 600 imágenes. Fui parte de las últimas generaciones de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Veracruzana, que empleó la tecnología de cámara analógica y rollo fotográfico. Esa etapa de aprendizaje me sirvió para controlar los procesos de la cámara y poder disparar con precisión y la imagen ya pensada en la mente antes del siguiente disparo. Algo parecido a ser un francotirador. Ahora que las imágenes se almacenan en memorias en cantidades exorbitantes, disparo como una ametralladora muy bien calibrada y dirigida, pues el construir la imagen mentalmente antes de crearla, es ya un reflejo en mi y que consume milésimas de segundo gracias a décadas de incesante práctica. Es como cuando la espada de un samurai ha sido usada miles de veces y corta con la velocidad y letalidad de un rayo porque ya no es un instrumento sino una extensión misma del propio guerrero.
Nos dirigimos hacia la colonia El Cocuite y el aire es muy fresco por los espacios abiertos, el terreno es de colores ocres, verdes y muy monótono, pues la vegetación está seca y quemada por el frío, en espera de reverdecer en los meses de primavera. Roberto le señala a Ana María que vamos a pasar junto a donde hay brotes de flores de cempasúchil o Tagetes erecta. Nuestra venerada y humilde «flor de muertos», también conocida como «margarita africana» o «margarita francesa». Una verdadera maravilla biológica cuyas virtudes en jardinería, medicina, ornamentación y tratamiento de «enfermedades culturales» (enfermedad que afecta a una sociedad o cultura específica, que a veces conoce también la cura), son conocidas desde hace siglos y han acompañado a México a lo largo de toda su historia.
Lo notable de estas que vemos, es que junto a la variedad de color anaranjado que siempre vemos en noviembre, hay muchas de un hermoso color amarillo dorado que resplandecen como estrellas de oro en medio de las sombras del follaje verde. Si bien Ana María y yo básicamente fotografiamos lo mismo y nos complementamos para documentar, tenemos algunas temáticas que son especialidad preferente de cada uno. En ausencia de nuestra bióloga invitada, ella capta las especies de flora y fauna.
Haciendo un poco de esfuerzo para inclinarse, debido al gran peso que lleva encima por la armazón de aluminio que sostiene su mochila y demás equipo, ella capta las flores y yo alrededor, de tal forma que no resultó difícil geo-posicionar este sembradío floral en el mapa. Esto nos ayudará a saber que especie es, en que parte está ubicada pasivamente (caso de una planta o árbol) o es parte de su territorio (especies animales).
A la 1:07 PM arribamos a las casas del Cocuite, distintivas por su pequeño tamaño, apto solo para una o dos personas. Le tomamos fotos a Roberto junto a un burrito, que posó junto con él sin problemas pero que rehuyó de mi. Episodios como este nos alegran el viaje y agradezco a mi «hermano» Roberto el apoyo que siempre nos ha dado en su tierra, las excelentes fotografías y la interminable risa que nos causamos los dos al convertir cualquier cosa en una broma ingeniosa, mezcla de conocimientos de derecho y comunicación, de sarcasmo, tragedia y drama pero siempre con la mejor intención y para reírnos de nosotros mismos. Él es Sagitario y yo Capricornio, signos de constelaciones vecinas en la Vía Lactea, pero si tenemos algo en común, es la alegría. Somos algo así como Brozo y Carlos Loret de Mola en el camino real.
Pasamos junto a una alcantarilla pequeña del camino real y a las 1:14 PM indico que estamos donde termina el asentamiento y comienza la calle no pavimentada que era conocida como de Camino antiguo de Tolome. Esta transita a 14 metros a la derecha de la carretera y en terreno sensiblemente más bajo, hasta pasar por otra alcantarilla del mismo tamaño, materiales y diseño, subiendo hacia la carretera.
Este es un tramo de 1.2 kilómetros de camino real que estudiamos en 2018 como parte de las 8 expediciones de campo que dirigí para reconocer y delimitar el campo de batalla de Tolome, del 3 de marzo de 1832, con ayuda de nuestro querido amigo Francisco Castillo Molina.
Seguimos caminando por la carretera, en el peligroso tramo de las Curvas de Tolome. Sin embargo, con la experiencia y los nervios bien templados, pues la carretera forma parte de nuestro hábitat diario, Ana María, Roberto y yo avanzamos tranquilos, a buen paso y nos vamos fotografiando mutuamente desde ambos lados de la pista. A la derecha vemos el sendero difuso del camino real y el inmenso espacio abierto de barrancas que apuntan hacia los pueblos de Loma Fina y El Tejón. El viento nos refresca y pese a lo desolado o monótono del paisaje con pocos árboles, yo le encuentro belleza, fuerza y encanto, quizá porque nacido en la costa, la inmensidad del mar está grabada a fuego en mi corazón.
En la última curva y a la 1:42 PM, aviso a mis amigos que estamos entrando al campo de batalla de Tolome, al lado opuesto de donde estamos y antes de pasar el canal de riego, se ve un rancho cuyo suelo en 1832 fue ocupado por unas horas por el ejército de Santa Anna. Después pasamos frente a las dos Lomas de Tolome, donde se parapetaron y muchos fueron masacrados por la caballería del general José María Calderón Garcés. Al lado opuesto de estas elevaciones, sobre lo que ahora es un terreno deshabitado y desolado como si hubiese sido devastado por un huracán, se ubicaba el pueblecito original de Tolome o Paso Tolome como aparece en los mapas del siglo XVIII. Ahí estuvieron emboscados Santa Anna y el prusiano Eduard Harkort, antes de recibir el bombardeo de cuatro horas de duración, con granadas explosivas y balas pesadas de impacto lloviendo sobre las miserables chozas de madera con techo de palma.
A la 1:56 PM paramos un momento en el letrero que indica que hemos llegado por fin al pueblo de Tolome, tras caminar más de 5 kilómetros, y que este posee 2715 habitantes. Actualmente debe superar ampliamente los tres millares. Continuamos y dejamos atrás las Lomas de Tolome, una de ellas coronada con un mirador de piedra que a veces se confunde con una torre antigua. Son un sitio de trágica memoria.
Al pie de ellas está la casa de mi amigo don Jaime Ramón Morales Lozano, fallecido en 2020. Es una de las casas más antiguas de Tolome que todavía conserva tu estilo antiguo de finales del siglo XIX o inicios del XX. Su arquitectura vernácula, es una respuesta del ingenio de los habitantes para dar solución con los materiales y diseños de la zona, a sus necesidades de vivir. Las casas de este estilo poseen techo de dos aguas y de tejas rojas, para facilitar el desagüe en tiempos de lluvia. Sus techumbres sostenidas por gruesas vigas de madera, tienen alta elevación para hacer circular el aire fresco y así hacer confortable la vivienda en los meses de verano y otoño, en que el calor sube hasta 40 o 45 grados centígrados.
Pasamos el cruce de la carretera 140 con la que va hacia Salmoral y a las 2:04 PM, descansamos en las bancas de la parada de taxis. Enfrentemos vemos una casa de estilo neoclásico y aspecto muy deteriorado, que es una de las más antiguas de su tipo en Tolome, con antigüedad de principios del siglo XX. Sería un hermoso ejemplar de rescate y restauración. Llegados a este punto, nos quitamos las mochilas y volvemos a hidratarnos agotando nuestra provisión de agua pero confiados, pues ya estamos en un pueblo con numerosas tiendas y donde tenemos muchos amigos. Aquí podemos reaprovisionarnos de agua y comida sin problemas. También podemos descansar los pies y si hubiese espacio suficiente, desplegaríamos los tapetes, nos quitaríamos las botas y dormitaríamos al menos una hora para recuperar las fuerzas.
A las 2:20 PM nos ponemos nuevamente en marcha. Roberto se encuentra con una señora de la familia Vázquez y se queda conversando con ella, por lo que nosotros caminamos adelante de ellos. A las 2:25 PM pasamos frente a la glorieta pintada de verde, posiblemente inspiradas en las que flanquean el Puente del Rey, que se ubica en la colonia El Paraíso, llamada así por un bar cercano que ya no existe. Aquí en el siglo pasado había un gigantesco árbol de nacaxtle y una placa de piedra de 80 centímetros de alto rematada por una cabeza de un «caballero águila» desenterrada. La placa contenía una breve reseña con el nombre de Tolome y de las dos batallas sucedidas en 1814 y 1832. Duró puesta de 1950 a 1965, en que fue demolida y la parte con el texto llevada con destino incierto. El gran nacaxtle fue derribado por un fuerte viento y tuvo que ser cortado apresuradamente para permitir el libre tránsito de la carretera. Esperemos que en 2021 podamos replantar un nuevo árbol, quizá poner una nueva placa con la historia actualizada de Tolome y que se vuelva a celebrar el Día del Árbol como se hacía antaño.
En esta área se fundó el asentamiento de Tolome Nuevo entre 1845 y 1857, en tanto que el Tolome original fue destruido en 1865. El crecimiento fue extremadamente lento: hacia mediados de 1950 apenas había unas 13 casas pero el trabajo en las fábricas y sobre todo en Tubos y Aceros de México (TAMSA), hizo que se despegara no solo la economía sino el crecimiento demográfico en 70 años. Hoy en día, Tolome se extiende a lo largo de 3.64 kilómetros sobre la carretera, desde las Lomas de Tolome hasta las de La Cuartana y con una urbanización de unos 620 metros de ancho con la carretera al centro. Es la segunda localidad más grande del municipio, solo superada por la cabecera municipal y seguida por Puente Jula. Tolome es un pueblo progresista que está abandonando su adolescencia y gracias al esfuerzo de su gente, está entrando a la modernidad y cambiando su fisonomía de ser un exótico pueblo más de la carretera y sin historia conocida.
Pasamos frente a varias casas de estilo antiguo con techo de tejas y a las 2:29 PM alcanzamos el puente de Tolome. Ahí nos tomamos la foto de grupo. El puente actual fue puesto desde 1994, cuando se derrumbó el puente de arco de 10 metros de anchura que el Consulado de Veracruz edificó en 1810. Medía aproximadamente 42 metros de largo, 9 de ancho y 14 de alto. Siguiendo el mismo diseño que el Puente del Rey, tenia los arranques amurallados y estos se extendían hasta el cruce de la carretera en Salmoral, posiblemente porque se construyó en un terreno extremadamente inundable y pantanoso a principios del siglo XIX. El puente que más se le asemeja por sus características y dimensiones, además de ser de la misma familia tipológica, es el puente del Paso Lagarto que visitamos el día anterior.
Aquí comenzó la batalla de Tolome a las 10:00 AM del 3 de marzo de 1832, cuando destacamentos de fusileros de Santa Anna, previamente emboscados, atacaron a los soldados gubernamentales que bajaron al río a aprovisionarse de agua. Tras expulsarlos, el general Calderón ordenó flanquear las Lomas de Tolome que ocultaban al ejército enemigo y las incluyó en el bombardeo que su artillería posicionada en cerros frente al río, desató sobre el pueblecito de Tolome, para ablandar al enemigo, que pese a todo rechazó los asaltos.
Sin embargo, al querer pasar al contraataque, su propia caballería huyó hacia La Antigua y un destacamento que quiso recapturar el puente fue destrozado por los cañones. Después la infantería de reserva de Calderón atacó para dar el golpe final y la caballería persiguió y masacró a muchos de los rebeldes que se rendían. Los principales miembros del Estado de Mayor de Santa Anna murieron y éste apenas consiguió salvar la vida y regresar a Veracruz con 14 de los 1000 hombres con qué había salido dos días a perseguir a sus enemigos. No obstante perder la batalla, un año después ganó la guerra y la presidencia.
Caminamos por la orilla de la carretera o camino real, que es como sucede en otros pueblos, su avenida principal de entrada y salida. Pasamos frente a casas antiguas y moderna, la parada de La Ceiba, llamada así por el gigantesco árbol que ahí está ubicado. Algunas personas me saludan, me conocen por años de visitar el pueblo, convivir y trabajar con ellos.
A las 2:43 PM llegamos por fin a lo que podemos considerar el Centro Histórico de Tolome: donde está la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, el salón social, el parque con su kiosko, la Casa del Campesino y donde en 2019 el grupo Tolome Unido, del que soy miembro, construyó las letras monumentales de índole turística, en 2020 el monumento a los Caídos en la batalla de Tolome y a su derecha, ya se tiene reservado el terreno donde esperamos poder construir el Museo Histórico de Tolome.
Descansamos unos 10 minutos y nos tomamos fotografías en el monumento y las letras. Caminamos y saludamos a otras personas, pasamos frente a la parada El Árbol y a las 3:00 PM solo Ana María y yo llegamos a donde teníamos pensado descansar: la rosticería de pollos El Almendrito, que atienden mi querido amigo Francisco Castillo Molina y su madre doña Sofía. Conocí Tolome el 1 de febrero de 2013 gracias a que Francisco o «Panchito» como le decimos, a través de Facebook me invitó a subir al cerro de Tolome e inspeccionar una «cueva» de la que se decía que tenia un túnel que llevaba al cerro. En 2020 resolvimos el «misterio».
Roberto se quedó atrás con la señora con quien venía conversando y tenia una idea de donde podría estar. Conforme al plan trazado desde el desayuno, pasamos al almuerzo: nos quitamos el equipo de encima y encargué un pollo completo al amigo Francisco. Tras 6 horas de caminar con breves descansos, traíamos bastante hambre y nos acabamos el pollo entero, convidando a Roberto cuando hizo reapareció media hora más tarde.
Como el buen Panchito es hermano y amigo de toda confianza, él ya sabía de nuestra expedición y se mostró muy interesado en saber como se iba desarrollando. Le dije que solo nos quedaban unas tres horas de luz y que dejando las mochilas para ir más ligeros, iríamos hasta donde termina el pueblo de Tolome, regresaríamos y nos alojaríamos en el único hotel del pueblo. Antes de partir, a las 4:35 PM, me pidió mi machete y mi cuchillo de supervivencia para afilarles y que estarían listos al volver.
Hecho esto, los tres solo con nuestras varas de caminante, seguimos el camino real en dirección a Veracruz. Cronológica y geográficamente he dividido Tolome en 3 secciones: la etapa siglo XIX que abarca desde las Lomas de Tolome hasta el puente, la etapa siglo XX que comprende del puente hasta donde comienza el Camino del Toche y la etapa prehispánica, que engloba el área del cerro y el numerosos montículos cerca del canal de riego. Esto porque es la parte donde más concentración se ha visto de piezas de diversa manufactura de la cultura de Las Remojadas: caritas, metates, obsidiana, platos, vasijas, figurillas antropomorfas, etc.
El camino real sigue siendo carretera y llega hasta la colonia Los Amigos, hace curva con terraplenes a la vista y que están adelante de una fábrica de gas. Pasa frente a las lomas de La Cuartana y se dirige hacia Mata de Caña, la Curva del Burro, Boquerón, Tierra Colorada, etc.
Dejamos las casas de Tolome para visitar una alcantarilla mediana donde un niño se alarmó por nuestra presencia, pues nos dijo que él cría peces ahí. Lo tranquilizamos y visitamos la floresta cercana, exuberante con enormes árboles. A las 5:40 PM, no alcanzamos a llegar hasta Los Amigos pero obtuvimos buen material visual. Pasamos frente al cerro de Tolome, casi 100 metros de altitud y posiblemente, se trate como el Cerro Gordo, de un volcán extinguido hace millones de años. Durante décadas ha proliferado la idea de túneles, pasadizos, cuevas, entradas secretas, etc. He participado en varias expediciones con mis amigos y no hemos localizado ninguna cueva, gruta o túnel. Si bien no descarto que pudiese haberlo dada la geología del cerro.
Lo que sí pude esclarecer es que la «cueva» que visité en 2013 con Francisco, es la bocana enterrada de un horno de panela que funcionó en la primera mitad del siglo XX, propiedad del señor Guillermo Morales Morales. Dejó de funcionar entre 1952 y 1953, al entrar en funcionamiento ingenios industriales como El Modelo y La Gloria. La estructura de piedra que se preserva, es la parte superior del horno, cuyo interior fue rellenado de basura y tierra. En esencia, no existe túnel alguno que comunique el horno con el cerro. Lo confirmé entrevistando a muchos vecinos de Tolome que pudieron conocer el lugar o su historia, lo demás fue reconstruir pacientemente el rompecabezas, pues cada quien da una versión con similitudes pero también contradicciones.
Regresamos con Francisco, quien cumplió lo prometido: mis armas fueron afilados con una máquina especial y dotadas de un brillante y agudo filo que incluso asombró a Roberto. Le di las gracias y como para entonces ya se había extinguido la luz del día, caminamos de regreso a la colonia El Paraíso para ver el hospedaje. Por el mismo precio, nos era más ventajoso alojarnos otra vez en Paso de Ovejas y así lo hicimos, regresando los tres en el autobús.
Al llegar a la cabecera municipal nos despedimos de Roberto y más tarde lo cité directamente el monumento a los Caídos de la batalla de Tolome para el día siguiente. Regresamos al hotel Jardines y el encargado se sorprendió de vernos regresar, pero le dije que nos había gustado mucho el servicio del hotel.
A las 7:15 PM ya estábamos alojados en un cuarto similar y tras revisar equipo, comunicarnos con la familia, enviar el reporte diario de actividades y aliviar nuestros músculos adoloridos, pasamos a tomar un muy bien merecido descanso. Pusimos nuestros aparatos electrónicos a recargar. Con el pollo aún haciendo digestión, no salimos a cenar, solo compramos unas galletas y hacia las 8:00 PM apagamos las luces para dormir lo mejor posible. Como buenos «bichos de ciudad» esto no fue posible enseguida: brillaban las pantallas de nuestros celulares y de vez en cuando un comentario de los sucesos del día y lo que haríamos al siguiente.
Nos llegó la invitación de la maestra Adriana Lorena Ramírez Gasca para desayunar en su casa de Tolome. Le confirmé que ahí estaríamos a buena hora antes de continuar. En el día estuve en contacto con mi amigo el licenciado Leobardo Hernández, representante legal de Empresas con Valor, a quien le pedí un favor especial para el día siguiente.
Me despido, queridos amigos facebookianos, esperando pasen una feliz mitad de semana. Una reseña visual de este segundo día de viaje la podrán ver en el mosaico de fotos que acompaña a esta publicación, la semana próxima les entregaré la tercera y última parte de esta travesía por los senderos de nuestra historia…
¡Benditos sean todos!

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